El mundo era grande, muy grande… Recuerde Usted lo complicado que era viajar hace unos años, el miedo que se generaba en las familias el hecho de si quiera pensar en enviar a un hijo al extranjero. Era cosa de locos y por eso muy pocos disfrutaron de esa experiencia.
La buena noticia es que el presente es muy diferente: hoy el mundo es cada vez más pequeño. Los viajes, las excursiones, las mismas vacaciones familiares se organizan rápidamente, sin mayores complicaciones. ¿Por qué? ¿Qué ha cambiado? Tanto el mundo, con fenómenos actuales como la globalización, la geopolítica, el comercio internacional, los acuerdos bilaterales y multilaterales y la presencia de organizaciones como la Unión Europea, como las personas que lo habitamos somos diferentes. Hoy en día la educación a la que exponemos a nuestros hijos es bilingüe, trilingüe o multilingüe en algunos casos; el internet les permite visitar el Museo de Louvre sin moverse de Valledupar; los niños de hoy hacen amigos fácilmente, sin importar si son de otros países y si hablan otras lenguas; esos mismos niños se preocupan por saber y conocer las condiciones de vida de otras personas, quieren saber qué comen, cómo viven, qué ropa utilizan, cómo es su día a día, qué sueños tienen y si podrán verse en persona algún en el futuro cercano. Así son los niños de hoy: inquietos intelectualmente, curiosos, arriesgados, desparpajados, sus deseos de aprender no tienen límites…
Creemos en una educación que responda a necesidades y realidades sociales. No podemos darle la espalda a las características de nuestros estudiantes y es por eso mismo que Redcol, en sus 9 colegios ubicados a lo largo del país, ofrece diferentes programas de inmersión académica y cultural en países como Canadá, Estados Unidos, Reino Unido, entre otros. Al ser propietaria de 9 colegios y contar con más de 7500 alumnos, Redcol puede ofrecer este tipo de experiencias a costos muy cómodos para nuestras familias. Son programas robustos, que llevan varios años en el mercado y que se han mejorado con el paso del tiempo. Oportunidades de este tipo deben ser constantes y permanentes para facilitarle a las familias organizar la caja para que sus hijos puedan participar de por lo menos una experiencia.
Está comprobado que los niños que se exponen a viajes de este tipo maduran, valoran también lo que tiene en casa, se independizan y adquieren autonomía al poner a prueba su carácter y templanza cuando se ven expuestos a situaciones inesperadas que deben ser resueltas y que no dan espera. Al regresar son niños diferentes, con una cosmovisión distinta, se nota a leguas que el mundo no les asusta, hablan, hablan y hablan de sus vivencias afuera, de lo que aprendieron, de lo maravilloso que es salir de Colombia para luego regresar siendo mejores personas.
Abrirle el mundo a nuestros jóvenes también permitirá que su Proyecto de Vida se vea enriquecido, nutrido. Esos viajes y lo que ellos desarrollan en sus hijos, la sensibilidad que despiertan en quienes participan y las bondades de conocer otros lugares que nos llevan a soñar con nuevas realidades, son elementos que aportan en su proceso de Orientación Profesional y los lleva a organizarse para estudiar afuera su pregrado, especialización, una maestría e incluso un doctorado.
Valen la pena estas experiencias, ojalá que cada año más y más de nuestros alumnos hagan parte de estos viajes.